domingo, 15 de abril de 2007

Jacques Lecoq y el equilibrio

Leyendo "El cuerpo poético" de Jacques Lecoq, me surgen una serie de ideas relativas a cómo los acontecimientos y circunstancias de nuestra vida hacen mella, no sólo en nuestro carácter, sino también en nuestra forma de desenvolvernos físicamente entre los demás y con nosotros mismos.

Todo en la naturaleza, dicen, tienden al estado de máxima entropía, de máximo desorden, pero yo no estoy, en cierta forma, de acuerdo con eso. Creo que todo tiende a un equilibrio, el que sea, estable o inestable. Sólo aquello que ya va camino de su destrucción más o menos inminente deja de estar en equilibrio.

Teniendo cada uno de nosotros un estado normal de equilibrio, cada hecho y cada circunstancia, modifica ese estado de equilibrio y nosotros, inconscientemente, modificamos nuestras posturas, actitudes y pensamientos para seguir estando en equilibrio.

Qué curioso...

Los mundos virtuales

Leo en El País de hoy la creciente tendencia que existe a "fabricarse" un avatar para jugar en Internet a ser aquél que nunca podré ser. Se juega incluso gastando dinero. Curiosa es la idea del sexo en Second Life, donde para tener órganos sexuales debes pagártelos... dice el reportaje que la gente juega para poder comunicarse, para poder sentirse poderoso... ¿para poder tener control en tu propia vida?. No sé, creo que habrá mil motivos por los que cada uno decide entrar en Internet y fabricarse y comprarse, en muchos casos, un yo radicalmente diferente del que son en la vida real. Tengo que reconocer muchas ventajas a este "invento", pero también una poderosa desventaja. Tanto unas como otra son la cara y la cruz de un mismo concepto: la construcción del individuo. Creo que pueden ser un instrumento muy útil para conocerse mejor, explorar cosas de tí mismo e incluso potenciarlas, pero también puede ser que te aleje definitivamente de tí y termines por ser cualquier cosa menos un individuo, con un yo sólido, serio y consolidado. Pero, para eso está la libertad, para que cada uno haga consigo mismo lo que le apetezca. Y la responsabilidad, en este caso, normalmente, brilla por su ausencia.

Casi nadie está contento con cómo es y en lugar de tratar de conocerse y mejorarse, deciden que lo mejor es aparcarse, como dice un amigo, en algún lugar, en alguna persona, en algún trabajo, en alguna sustancia... o en algún mundo virtual. Yo abogo, aunque duela, por el trabajo personal y por la dedicación a tratar de descubrir y ser quién eres, sin aparcaderos de ningún tipo.

Tratando de ver en qué me pueden ayudar los mundos virtuales en esa tarea, tengo que reconocer que he creado mi avatar en Second Life. Y curiosamente, no lo he elegido de forma humana. Eso sí, con formas de mujer, pero no de la especie humana. Siempre me han llamado mucho la atención las máquinas, los robots, todo aquello que lleva el error a su cota de no significación estadística, y eso es lo que he elegido...una especie de robot femenino, y tendré que pensar en qué me dice esto de mí misma...