domingo, 26 de septiembre de 2010

Desde dónde escribo

Escribo desde un lugar que me resulta cómodo. Tal vez demasiado cómodo. Me encanta refugiarme ahí, cuando el ánimo baja y yo siento que debo replegarme, refugiarme, meterme dentro, muy dentro. Encogiéndome entera, sin que quede ningún resquicio a la apertura. Me doblo entera y escondo mi cabeza en esa doblez.

Y es entonces cuando escribo. Son mis pensamientos y mi escritura lo único que sale al exterior. Lo único que me permito mostrar.

Y parece entonces que muestro mucho, aunque yo esté escondida. Parece extraño. Yo escondida, y sin embargo, más visible que nunca.

Porque cuando no estoy escondida, cuando estoy abierta al mundo, cuando no estoy en este rincón, en este hueco, encogida, entonces, no soy visible. Qué curioso.

Escribo desde este rincón que me permite estar segura. Y quizá por eso soy visible. Porque sólo en este rincón me encuentro segura. Fuera, me siento insegura. Fuera, me siento vulnerable.

Y aquí, en este rincón, soy invulnerable. Porque nadie sabe donde estoy. Porque nadie puede encontrarme. Porque nadie puede alcanzarme. Casi, ni siquiera, yo misma.

Aquí, me convierto en una extraña para todos, para mí. Aquí, siento que puedo volar. Aquí, siento que puedo ser libre. Puedo ir y volver donde quiera. Puedo inventar mundos extraños, simples, complejos, siderales.

Mi imaginación vuela y yo vuelo con ella, lejos de todo, de los demás y de mí misma. Y es ahí donde me siento yo. Únicamente ahí. Y sólo desde el sentimiento de ser yo, escribo.

Todo lo demás, es irreal. Mi vida diaria, mis relaciones, mis pensamientos, mis sentimientos, todo lo que soy yo y todo lo que me hace ser yo en la cotidianidad, es un teatro. Una quimera. Que me come el tiempo. Que me come tanto, que a veces, no encuentro el hueco desde donde ser yo. Desde donde poder escribir. Y sentir. Y ser.

Y cuando lo encuentro, quisiera no marchar. Quisiera quedarme siempre, y escribir siempre y ser visible siempre. Quisiera estar en esta sensación tranquila y extraña a la vez, para siempre y por siempre. Pero no puedo.

Ése es el lugar desde donde escribo.

Desde la calma de ser yo misma y desde la tensión de no poderlo ser siempre. Desde la necesidad de ser visible y la necesidad de no serlo. Desde la seguridad de estar escondida y replegada dentro de mí misma y desde la inseguridad de no poder estar siempre.

Desde la voz que grita y sale del fondo de mi estómago y desde la cabeza que ordena mis pensamientos. Desde las emociones reprimidas y controladas, que se hacen legiones de letras, batallones de palabras y centenares de párrafos.

Desde el único lugar posible, en que puedo ser yo...