domingo, 20 de noviembre de 2011

Lo que queda de vida...

No sé lo que queda de vida. No sé lo que queda de mi vida. Pero ni uno ni lo otro me quitan el sueño.

Que sea lo que sea. Que sea lo que tenga que ser. Simplemente.

Me levantaré todos los días, para vivir cada uno como si fuera el último. Para vivir cada uno como si fuera el primero. Para vivirme a mí misma como si fuera extranjera. Extranjera de mí misma.

Sin conciencia de mi pasado. Sin conciencia de mi futuro. Simplemente experimentando. Cada minuto. Cada segundo.

Olvidándome de todo, y siendo, sin embargo, consciente de todo.

Experimentando mis sombras. Experimentando mis luces. Queriendo exprimir el segundo. Queriéndome toda yo.

Dejando atrás mis personalidades subterráneas. Dejando atrás mis profundidades sin navegar.

Dejando atrás todo aquello en lo que creía. Dejando atrás todas mis búsquedas. Todas mis teorías. Todos mis juicios.

Abriéndome a la experiencia de la vida, que, ahora, en este instante, empiezo a comprender lo que requiere de mí. Ser vida. Ser. No estar, de ninguna manera. Sólo ser.

Así que, dejaré de estar en la vida...para ser vida...lo que me quede de vida...

domingo, 6 de noviembre de 2011

Lo ilusorio...

Desde hace muchos años, me levanto con una ilusión. Con la ilusión de que mis ilusiones sean mi realidad. Con la ilusión de que mi mundo lo puedo crear a voluntad. Un mundo ilusorio, por completo, en el que yo sea el único dueño, amo y señor.

Sé que es difícil, pero es en lo que ando metido, enfangado hasta el tuétano.

He puesto mi vida en ello y no descansaré hasta que sea posible. Ya dicen por ahí, que lo imposible puede hacerse. Es cuestión de voluntad.

Así que, sé que lo conseguiré. Si algo no me falta a mí, es voluntad. Fuerza y tesón. A raudales.

Sólo necesito que mi vida sea tan larga como para que mi mundo ilusorio se haga realidad.

Lo tengo todo planificado. Lo tengo todo ensayado. Es cuestión de mi mente y de mi voluntad.

Debo ordenar mis pensamientos, y mi imaginación, de acuerdo con lo ilusorio. De acuerdo con lo excepcional.

Debo entrenarme en ver solamente aquello que quiero ver. Sólo percibir aquello que quiero percibir. Y sé lo que quiero ver. Y sé lo que quiero percibir. Sólo tengo que entrenarme, más y más.

Entrenarme todos los días. Todos los minutos y todos los segundos. Y un día, al fin, mi mundo ilusorio verá la luz.

No me importará el número de años que tarde, ni lo viejo que sea cuando llegue. Solamente sé, que ese día, yo habré nacido.

Y mientras...sólo soy...alguien...ilusorio...