domingo, 29 de julio de 2012

Castillos de naipes

Esta semana me dí cuenta de que dentro de nosotros existen muchos castillos de naipes.

Unos son tan altos que no terminas de ver nunca su final, mientras que otros apenas tienen dos alturas.

Pero todos ellos comparten algo. Todos ellos, juntos, nos conforman. Conforman nuestro carácter, nuestra personalidad, lo que nos permitimos y lo que no nos permitimos.

He necesitado muchos años para ver algunos de los míos, y estoy segura de que descubriré muchos más.

Es curioso, parece que por dentro estás hecha de roca, y de repente, cuando entra la luz, esa roca que te parecía tan pétrea, es solamente un castillo de naipes.

Un castillo que se derrumba casi, con sólo mirarlo, pero siempre que hayas entendido su estructura.

Unos están hechos de exigencia, otros están hechos de enfado y de rabia, otros de tensión y de resentimiento, otros de tristeza y de deseo, otros de victimismo y de control. Y todos ellos están unidos entre sí, pegados con el pegamento del dolor.

Asi que, para acceder a los castillos, es indispensable aceptar el dolor. No luchar contra él. Aceptarlo, dejarse vencer por muy grande que sea. Parece que durará siempre, pero no es así. Cuando crees que ya no soportarás más, entonces, de repente, un buen día, algo en tí ha cambiado, algo dentro de tí es diferente, y eso que es diferente, te abre la puerta.

Es una puerta interior, a miles de pasadizos y de subterráneos, a nuestra geografía subterránea. Y si prestamos atención, si estamos atentos, entonces, aparecerán nuestros castillos, nuestros mundos interiores.

Y ya sólo queda ver por dónde empezar, cuál fue el primero que se construyó, dónde empezó todo, cuáles nos gustan y cuáles no nos gustan. Qué señores habitan dentro, y a que tiranía nos someten, para a continuación, ver si queremos dibujar otro paisaje, si deseamos a esos señores interiores, o queremos sustituirlos.

Lo que sí tenemos que tener presente es que nunca, nunca, podemos destruirlos todos, porque en esencia, nuestra naturaleza es...un enorme conjunto de castillos de naipes...

lunes, 23 de julio de 2012

Secretos

Todos tenemos secretos.

Algunos lo sabemos y otros hemos hecho tanto esfuerzo por no verlos, que hemos acabado creyendo que no los tenemos.

Pero sí, todos tenemos secretos.

Se nos enroscan en el alma, en los pliegues de la piel, en el fondo del corazón, en los dedos.

Jugueteamos con ellos. Nos mentimos. Nos escondemos. Tratamos de tergiversarlos. Algunos para bien. Otros para mal.

Los convertimos en excusas a las que agarrarnos para no hacer, para no salir, para no vivir. Fíjate qué me pasó. Estoy mejor aquí dentro. Escondido. Escondida. A salvo. No vivo, pero no sufro. Me enrosco, me sigo enroscando. Me fundo con mi secreto, el secreto soy yo. El secreto es mi sombra. Y yo así, no vivo.

Los secretos nos pudren el alma, poco a poco, lentamente, sin que nosotros nos demos cuenta. A fuerza de no salir, se hacen fuertes, inmensos, omnipotentes. Se convierten en nuestros dueños y señores, y nosotros, en unas pobres marionetas destartaladas, cuyos secretos manejan sus hilos, sus emociones, sus pasiones y su no vida.

Yo no quiero que mis secretos me sigan robando mi vida. Quiero robarles la vida, la vida que me corresponde, la vida a la que tengo derecho.

Ya no les doy crédito, ya no les doy cobijo, ya no me enrosco en ellos, ni me escondo en ellos.

Los he dejado libres, les he abierto las puertas, y empiezan a escaparse por los poros de mi piel y por entre mis dedos.

Y así seguiré, hasta que no quede un resquicio de ellos.

Ya no tengo donde enroscarme, donde cobijarme, donde esconderme.

En su lugar, tengo un enorme espacio dentro de mí, para crecer y para vivir. Y ese espacio se lo debo, paradójicamente, a mis secretos…

domingo, 15 de julio de 2012

Vivir

Llevo días dándole vueltas a una pregunta, a una simple palabra de cinco letras, vivir, que encierra en ella el mayor de los misterios y el mayor de los milagros.¿Qué significa vivir?.

¿Que me levanto todos los días, que respiro, que duermo, que estoy despierta, que estoy dormida?.

No.

Vivir es mucho más que eso.

Vivir tiene que ver con abrazar el misterio. Con abrazar lo desconocido. Con abrazar de igual manera al dolor y al placer. A la felicidad y al caos. Al orden y al desconcierto.

Vivir tiene que ver con ir más allá de los límites conocidos. De aquellos que tú misma te pones y de aquellos que te ponen los demás.

Vivir tiene que ver con decir no. Vivir tiene que ver con decir sí.

Vivir tiene que ver con profundizar en tí mismo y darte cuenta de cómo el miedo y el dolor se hacen fuertes dentro de tí.

Vivir tiene que ver con enfrentar aquello que más miedo te da. Con plantar cara. Con darte cuenta de que tu historia, tus heridas, tus batallas, tus decepciones, tus ilusiones, y tus sueños, se alimentan de tí. Con darte cuenta de que eres la única que puedes decir basta.

Con identificar tu geografía subterránea y tu geografía aérea. Con dar pasos hacia la esperanza. Con querer ir siempre más allá.

Vivir tiene que ver con abrir tu corazón, tus oídos y tu mente. Con aceptar la realidad, con verla en su justa medida, sin trampa ni cartón.

Con mostrarte sin máscaras, sin roles, sin artificios.

Con pedir a los demás que se muestren sin máscaras, sin roles, sin artificios.

Con buscar espacios de crecimiento y de entendimiento. Con querer al otro tal y como es. Con quererte tú tal y como eres.

Con elaborar historias, y encontrar belleza en cada esquina. En cada punto de luz. En cada punto de oscuridad.

Con liberar la ternura que llevas dentro.

Con liberar a la niña que fuiste y está dentro de tí.

Con reír y con llorar. Con emocionarse. Con cantar y con volar.

Vivir no tiene que ver con enroscarse en el pasado, con esconderse dentro y allí adentro llorar, contando las heridas. Contando lo que no tuviste. Contando lo que no tienes. O sí, quién sabe, a eso he jugado también...

...lo único que yo sé, ahora, sobre vivir, es que es una palabra de cinco letras que encierra en sí misma, el mayor reto que tengo por delante, para que no ocurra, que, de repente, un día, me encuentre el sueño, y yo sienta que no hice todo lo que podía haber hecho...por vivir...

domingo, 8 de julio de 2012

De oscuridad y de misterio

Hay algo en la oscuridad que me fascina. Que me hace ir hacia ella, inconsciente.

Me llama. Y voy.

Y cada vez, la llamada es más fuerte. Más profunda.

Y yo voy, como si estuviera unida a ella por un hilo invisible.

En cada llamada, mi voluntad desaparece, envuelta en el misterio que le supongo a la oscuridad.

Y me convierto entonces en una marioneta. En una pequeña ilusa, que cree que va a encontrar las claves de la realidad, en esa oscuridad.

Saco mis herramientas de geógrafa, me calzo mi curiosidad, y me sumerjo a fondo en lo que esa llamada me proponga.

Algunas veces me he intentado resistir, pero siempre he terminado yendo. Siempre he terminado acudiendo.

Me puede mi naturaleza subterránea, y me puede mi curiosidad insaciable.

Y una vez que he acudido a la llamada, puedo pasarme días enteros allí, sumergida, a mil metros de cualquier realidad conocida. Pierdo las referencias y pierdo la noción del tiempo.

Quedo suspendida en una especie de duermevela, con todo mi ser enfocado en el afán de comprender y de entender. De descubrir. De encontrar una pieza más para mi cartografía de subterráneos.

Muchas veces vuelvo sin nada.

Pero otras veces...

Otras veces vengo cargada de mí, de mi propia oscuridad, y de mis propios misterios...

domingo, 1 de julio de 2012

De fuerza y de templanza

De fuerza y de templanza estamos hechos.

Y sin embargo, no lo sabemos.

Nos dedicamos a vagar por este mundo, creyéndonos frágiles y exquisitos. Nos dedicamos a protegernos de los demás, y sobre todo, a protegernos de nosotros mismos.

Nos hacemos ciegos. Nos hacemos sordos. Nos hacemos mudos. Levantamos muros. Levantamos barreras.

Y así, sordos, ciegos, mudos, tratamos de relacionarnos, construyendo un mundo de sombras, un mundo difícil y oscuro, donde predomina el miedo y el dolor. Y preferimos ese miedo y ese dolor, a retirar los muros. A bajar las barreras. A abrir los ojos y mirar.

Hacia dentro y hacia afuera.

Hacia dentro para descubrir nuestra fuerza y hacia afuera para descubrir a los demás.

Pero yo hace un tiempo que ya no juego más.

Yo abro los ojos para ver. Yo abro el corazón para sentir. Yo abro la mente para descubrir.

Mi fuerza y mi templanza. La fuerza de los demás y su templanza.

Y ahí estoy. Y ahí soy.

Sin más. Sin menos.

De fuerza y de templanza soy...