domingo, 23 de enero de 2011

Sombras

Vivimos en un mundo de sombras. Creadas por nosotros. Vivimos prisioneros de las nuestras y de las de los otros. Y sin embargo, vivimos ciegos a ellas. Vivimos sin querer verlas. Sin querer reconocerlas. Sin querer quererlas.

Y somos tan ilusos que creemos que no queriendo verlas y no queriendo reconocerlas, desaparecerán. A veces, incluso, somos tan ingenuos o tan inconscientes, que ni siquiera sabemos de su existencia, creyendo que vivimos en un mundo de luz y de fantasía.

Y si embargo, cada paso que damos, cada palabra que pronunciamos, cada movimiento que hacemos, cada sentimiento y cada emoción que tenemos, está teñida de sombra. Está gobernado por ellas.

Ellas dominan nuestra realidad. Nuestra forma de entender y de acercarnos al mundo. Ellas tiñen nuestro entendimiento y nuestra realidad, y nosotros ni siquiera acertamos a comprender la magnitud de su dominio.

Vivimos a oscuras. A oscuras de nosotros mismos y de los demás. Miramos sin ver y escuchamos sin oír. Cerramos los ojos a nuestra intuición y a nuestro corazón, y ahí está la sombra.

Esa sombra alargada que nos hace ser quienes somos. Que nos configura y nos hace presentarnos al mundo de una determinada forma, con una determinada cantidad de amor por nosotros mismos y por los demás. Con una determinada forma de querer. Con una determinada expresión de luz. Y todo, se lo debemos a nuestra sombra.

A esa sombra de la que huimos como si fuera nuestra feroz enemiga. Como si fuera todo aquello que no queremos ser, pero que somos. Y en esa huida de nuestra sombra, nos perdemos a nosotros mismos y perdemos nuestra identidad, vagando así por el mundo, convertidos, paradójicamente, en aquello que no queremos ver y de aquello de lo que huimos...

...somos vagabundos de nosotros mismos...convertidos en sombras...

domingo, 16 de enero de 2011

Decidirse

Siempre fuí una persona decidida. Una persona de convicción. De valor. De ir por delante. Tomaba decisiones y asumía las consecuencias y las responsabilidades. Sin necesitar valorarlas antes. Porque me guiaba siempre por el corazón y la intuición. Nunca por la razón.

Hasta que un día, decidí no seguir a mi corazón. Decidí probar otros caminos. Otras experiencias. Ver adonde me llevaba mi mente.

Así, menosprecié mi corazón y mi intuición. Vanaglorié mi mente. Y entonces, caí atrapada en una red. En una maraña de contradicciones. De miedos. Las decisiones tomadas no eran las adecuadas y las consecuencias y las responsabilidades eran difíciles de asumir, difíciles de vivir.

Y esa dificultad, hacía cada vez mayor la espiral de miedo y de contradicción. Hasta que estuve atrapada. Hasta que no supe cómo salir. Hasta que el miedo se hizo dueño de mí, y mi mente de mis decisiones.

Me convertí en alguien que respondía de maneras que no quería responder, a veces, incluso, de forma contraria a lo que quería. Pero mi mente iba más rápido y reaccionaba antes. Y a mí, lo único que me quedaba, era darme cuenta de lo que había pasado, y asumir las consecuencias.

Y entonces, a veces, esas consecuencias generaban culpa y la culpa se unía al miedo, a la contradicción, a la duda, y la maraña de obstáculos entre lo que yo quería y lo que decidía, era inmensa.

Mi desesperación crecía y crecía. ¿Cómo salir de esa trampa?. ¿Cómo salir de la culpa, del miedo y de la duda?. Luché conmigo misma, hasta que caí extenuada. Y cuando ya no sabía qué hacer, decidí dejar de luchar. Decidí aceptar. Decidí quererme. Decidí esperar.

Y entonces, imperceptiblemente, la situación empezó a cambiar. A medida que yo aceptaba lo que había, esa aceptación abría un hueco en la maraña. Y por ese hueco se colaba mi intuición y mi corazón.

Y en ese camino estoy. Abriendo huecos y caminos, entre la realidad y mi corazón, entre mis decisiones y mi intuición.

Sólo es cuestión...de...aceptación...

domingo, 2 de enero de 2011

A capas

Descubrí muy pronto que soy un ser hecho de capas. Capas finas, capas gruesas, capas luminosas, capas menos luminosas, capas oscuras, capas negras...

No sé enumerar cuántas son, porque cada vez que creo que tengo el mapa, descubro alguna más.

A veces, hay dos o más enredadas en los huecos de una, que aparentemente, era sólo una. Hay una, sí, es sólo una. Pero, de repente, algo cambia, y entonces, aquella que era sólo una, resulta que eran varias...y diferentes, entre sí y de aquella que parecía sólo una.

Y cuando descubrí esto, encontré mi vocación, mi labor de cartógrafa. Me levanto y observo. Observo y observo, me escucho, me miro, hacia dentro y hacia afuera. Establezco parámetros, establezco coordenadas, y luego, al final del día, me siento en mi escritorio, para rellenar mi mapa.

Es un mapa que no tiene fin. Un mapa que cambia cada día. Y allí donde un día situé la ilusión, debo cambiarlo por la desilusión. Y allí donde un día situé mi sombra, debo cambiarlo por la luz.

Pero no creéis que me desespero. No. Es una tarea ardua, pero apasionante. Llevo en ella, años y años. Y quizá, lo más curioso es, que después de darle la vuelta al mapa, parece que vuelve a comenzar, y entonces de donde quité la ilusión, tengo que volver a ponerla. Y de donde quité mi sombra, debo volver a ponerla.

Y así estoy, atrapada en una labor de cartografía, dando vueltas y vueltas, para cercar a mi yo. Para reducirlo. Para comprenderlo. Para dejar expuestas sus coordenadas y su funcionamiento. A veces, parece que ya lo tengo rodeado. Pero entonces, con una filigrana, se escapa sutil, haciendo al mapa incompleto, haciendo que le falte algo.

Y yo, vuelvo a la carga, para atrapar la filigrana, para atrapar la variación. Y entonces, descubro otra capa más. Y entonces mi mapa debe ampliarse. Y yo estoy otra vez en el aire, enfrentada al vacío.

Y entonces, con paciencia, y con ilusión, cojo mis instrumentos y me entrego al placer de vagabundear por ese espacio, por ese vacío, hasta hacerlo mío. Y una vez que lo he hecho mío, lo cartografío, lo reduzco, lo escribo, lo defino...y así, creyendo que he ganado, me relajo. Y entonces, vuelve mi yo a jugar conmigo.

Y en ese juego infinito estamos. Rodeándonos, cercándonos, midiéndonos...hasta que alguno de los dos se canse...

...Es lo que tiene ser un ser consciente...hecho de capas...