domingo, 4 de mayo de 2008

Reconstrucción

Llegó un día en el que tuvimos la necesidad de replegarnos dentro de nosotros mismos. Nos fuimos a lo más profundo. Lejos incluso de nosotros mismos. Lo necesitamos como el agua. No nos preguntéis por qué.

El caso es que, en aquel momento, corrimos a encerrarnos. Rompimos todo tipo de conexión con el exterior y nos encogimos dentro de nosotros mismos. Y nos tapamos con muchas mantas. Y nos alejamos de la luz. Y del sonido. Nos alejamos del mundo. Nos alejamos de los demás. Nos alejamos de nosotros mismos.

Sólo queríamos no ser. Sólo queríamos no estar. Sólo queríamos...no querer...no pensar...no sentir...no...

Y nos quedamos en nuestros escondrijos. Acurrucados y replegados dentro de nosotros mismos. A modo de caparazón. De coraza. A modo de...un no mundo...

Y así nos pasó un tiempo. No os sabría decir cuánto. La verdad, aunque fuera mucho, o aunque hubiera sido poco, la medida del mismo no fue importante. Lo importante fue la sensación de no ser. La sensación de no estar. Una sensación de paz. De felicidad. De comunión con el universo. No éramos nada y éramos todo.

Lo más sorprendente del asunto, fué, que después de pasado ese cierto tiempo que no sé mediros, volvimos a tener ganas de ser. Volvimos a tener ganas de estar. Y volvimos poco a poco a salir de nuestro caparazón, de nuestra coraza, de nuestro escondrijo. Volvimos a conectarnos con el exterior. A necesitar la luz. A necesitar el sonido. A necesitarnos los unos a los otros.

Y corrimos entonces al encuentro de los otros. Y al encuentro con nosotros mismos. Y en el encuentro, nos descubrimos distintos. Nos descubrimos...extraños...físicamente éramos los mismos, pero psíquicamente...algo había cambiado...

Nuestras percepciones. Nuestros sentimientos. Nuestros pensamientos, en unión de los otros, eran diferentes. Ellos también eran diferentes. Iguales pero distintos...

Profundizando en la naturaleza de la diferencia, nos dimos cuenta que ya no sufríamos por las mismas cosas. Que ya no nos afectaban las cosas que nos afectaban antes. Que habíamos superado, como diría, nuestros...límites...lo que antes nos afectaba, ahora nos hacía indiferentes. Lo que nos hacía daño, no nos molestaba. Y, lo más sorprendente de todo, empezamos a percibir miles de cosas nuevas.

Miles de otros, de reacciones de los otros, de reacciones de nosotros mismos, en relación con el mismo mundo de antes, que ahora estaban ahí y que antes ni siquiera sospechábamos...¿qué nos había pasado?. Nadie acertaba a emitir una opinión, no ya un juicio, hasta que alguien, un valiente, dijo en voz alta:...reconstrucción...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Reconstrucción

Replegarse en los cuarteles no evita llevar consigo las ideas, los pensamientos, los recuerdos y todos esos factores que precisamente han inducido al repliegue.

El bagaje sigue pesando, mortificando, aunque ya es importante tener conciencia de que hay que replegarse y reconstruir. Pero no veo como puede uno esconderse, huir de si mismo.

Tiempo al tiempo y que este ayude a la renovación. Aquellos problemas que eran tan importantes que nos hundieron en el pozo, se han desactualizado, perdieron intensidad y pasaron. Puede bullir algún recuerdo intermitentemente, punzadas en nuestra memoria.

Como en la naturaleza, ciclos estacionales. Aunque con tanto cambio climático, cualquiera sabe.

Delta

Anónimo dijo...

cobijarse bajo las mantas para emerger de nuevo siendo los mismos un poco más reconocidos.

Anónimo dijo...

Cuántas veces he tomado yo el tiempo para replegarme sobre si misma. Es sin embargo un ejercicio esencial. El de dejar que nuestro inconsciente vaya reconstruyendo y poniendo las cosas en su sitio mientras le ayudamos practicando el olvido consciente. Ese desconocido inconsciente que es mi gran amigo en la sombra. El que me resuelve todos mis problemas.

Releo estas palabras y me aterra la frialdad de las mismas. No se puede reconstruir sin alma, sin poesía, sin amor.

No me fui al Oriente sino más allá del occidente. Allí donde la ruta del sol no sabe que es eso de la racionalidad, del cartesianismo, y solo entiende la vivencia de los espíritus incaicos que los hombres de hoy han llamado “el sentir”. Allí dónde el cómo te sientes es más importante que el qué piensas. Por que tu sentir es tu naturaleza real y profunda. Allí, la gente se toma el tiempo para ir y salir al mundo de las esencias, no de lo artificial. Comparte con la naturaleza y percibe las ondas y las energías que cruzan los espacios.
Sales de noche y ves cómo la luna hace brillar el oscuro mundo. En silencio respiras y sientes el aire acariciar tu cabeza, acariciar las líneas que te rodean. Las hace cantar y gemir. Te sientes bien, sientes que amas, recuerdas todos aquellos a los que amas o has amado y que no están contigo ahora. Te gustaría poder hacerles vivir este momento, pero sabes que es imposible, así que no piensas en nada más, en nada.
Las sombras de la sal te sumergen en la magia de las formas y de las alturas, tus sentidos han ido despertándose, uno tras otros, y ya no puedes resistir tanta intensidad, estás transportada por el hechizo de la noche, entre las garras del frío desierto. Estás bajo la manta de la vía láctea, cautivada y ya no eres tú. Simplemente eres un nuevo tú, y no sabes qué encantamiento ha influido en ti. Qué ha pasado.
Te estaba esperando este momento, y tardaras meses en volver a ti, en ti. Nunca lograrás saber cómo hacer para que vuelva a ocurrir. Para volver a sentir una paz como esa en ti. Tuviste que cruzar miles de kilómetros para conseguir lo que creíste una reconstrucción, el momento más increíble de tu vida. No habías reconstruido nada habías sido proyectada al universo, y simplemente habías entrado en otra dimensión.JW

Anónimo dijo...

Yo creo que es la primera vez que estoy un poco de acuerdo contigo Electra y con el material que expones en tus trabajos. Sobre como se pueden reconstruir esos pedazos de proyectos que se nos rompen en la vida. Pero solo un poco de acuerdo, porque algunas veces es mejor romperlos del todo y crear otros nuevos.
De vez en cuando si que necesitamos reflexionar sobre lo que hacemos o sobre nosotros mismos, porque hay algo que está sucediendo a menudo a nuestro alrededor y que no nos suena bien.
Pero yo a eso le llamo "meditación". Con la meditación, de vez en cuando se evitan muchas "catástrofes" en la vida real.

La meditación es una forma de que nuestro pensamiento navegue tranquilo por esas aguas de nuestra mente que constituyen el sano y sabio fluir de la evolución. Así, sin alejarnos del mundo, prestamos más atención a las cuestiones que necesita, o que son más urgentes para nuestro interior y lo que haya que remodelar en él.

Con la meditación queremos ser lo que somos en un tiempo que no existe, pero que existió, existe y existirá aquí; en otra vida y en otra dimensión.
Con la meditación se resuelven problemas que se presentan y rompen nuestros esquemas mejor pensados. ¿Por qué?. Porque no estaban tan bien pensados como creíamos. Por eso tenemos que reconstruir y rehacer lo ya pensado anteriormente.
Y en ese pensar de antes, pensar de ahora, rehacer y reconstruir, se pasa un tiempo.Un tiempo de meditación y entendimiento con nuestra mente.
Resuelto ese tiempo, volvemos a nacer en otro nivel de entendimiento, con lo cual hemos dado un paso gigante en nuestra evolución.
Durante ese paso nos hemos encontrado con los elementos útiles y necesrios para volver a caminar con serenidad y fijeza por el "camino de la vida".

"Decía mi padre que eso era una necesidad. Y que era más antigua que el mundo".
Eso lo decía mi padre que era un sabio. Yo a eso le llamo: "EVOLUCIÓN" y "EVOLUCIONAR".

Por tanto, no se trata de superar ningún límite. Se trata de ¡EVOLUCIONAR! desde otro nivel distinto.

El pensamiento que les dejo hoy, no es mío, pero viene que ni pintado, Reflexionen y mediten sobre él:

"Cuando el alumno está listo, el maestro aparece"

Hay gente que dice que es una frase socorrida para muchas cosas. No se. Solo que a mí algunas veces me lleva pasando. Y ¿dónde está el valiente que dice Electra?. Puede ser que el "maestro" no haya llegado, o que esté llegando en este momento.


Rocío del Alba
12 Mayo 2008

Anónimo dijo...

Soy FLASH, y como hace ya que no pasaba por aquí, hoy me paré para decir lo siguiente:

lo que se cayó y se rompió no se debe reconstruir. Hay que seguir la senda adelante, con un espíritu nuevo y con ansias de mayor perfección.

Si un coche lo arreglas, estará listo para su utilización, pero sus piezas seguirán siendo viejas. En cambio si lo compras nuevo, serán nuevas todas sus piezas...
Esto mismo pasa con la vida y sus actos. Estamos formados de "piezas", que ensambladas perfectamente, forman un Ser, al que le da vida eso del espíritu que cuentan por ahí.
Bien, pues procuremos que las "piezas" de ese Ser, estén siempre nuevas, para que el espíritu no tenga que reconstruir. Porque es el Espíritu el que reconstruye ¿no?...

FLASH.
14 mayo 2008