domingo, 2 de enero de 2011

A capas

Descubrí muy pronto que soy un ser hecho de capas. Capas finas, capas gruesas, capas luminosas, capas menos luminosas, capas oscuras, capas negras...

No sé enumerar cuántas son, porque cada vez que creo que tengo el mapa, descubro alguna más.

A veces, hay dos o más enredadas en los huecos de una, que aparentemente, era sólo una. Hay una, sí, es sólo una. Pero, de repente, algo cambia, y entonces, aquella que era sólo una, resulta que eran varias...y diferentes, entre sí y de aquella que parecía sólo una.

Y cuando descubrí esto, encontré mi vocación, mi labor de cartógrafa. Me levanto y observo. Observo y observo, me escucho, me miro, hacia dentro y hacia afuera. Establezco parámetros, establezco coordenadas, y luego, al final del día, me siento en mi escritorio, para rellenar mi mapa.

Es un mapa que no tiene fin. Un mapa que cambia cada día. Y allí donde un día situé la ilusión, debo cambiarlo por la desilusión. Y allí donde un día situé mi sombra, debo cambiarlo por la luz.

Pero no creéis que me desespero. No. Es una tarea ardua, pero apasionante. Llevo en ella, años y años. Y quizá, lo más curioso es, que después de darle la vuelta al mapa, parece que vuelve a comenzar, y entonces de donde quité la ilusión, tengo que volver a ponerla. Y de donde quité mi sombra, debo volver a ponerla.

Y así estoy, atrapada en una labor de cartografía, dando vueltas y vueltas, para cercar a mi yo. Para reducirlo. Para comprenderlo. Para dejar expuestas sus coordenadas y su funcionamiento. A veces, parece que ya lo tengo rodeado. Pero entonces, con una filigrana, se escapa sutil, haciendo al mapa incompleto, haciendo que le falte algo.

Y yo, vuelvo a la carga, para atrapar la filigrana, para atrapar la variación. Y entonces, descubro otra capa más. Y entonces mi mapa debe ampliarse. Y yo estoy otra vez en el aire, enfrentada al vacío.

Y entonces, con paciencia, y con ilusión, cojo mis instrumentos y me entrego al placer de vagabundear por ese espacio, por ese vacío, hasta hacerlo mío. Y una vez que lo he hecho mío, lo cartografío, lo reduzco, lo escribo, lo defino...y así, creyendo que he ganado, me relajo. Y entonces, vuelve mi yo a jugar conmigo.

Y en ese juego infinito estamos. Rodeándonos, cercándonos, midiéndonos...hasta que alguno de los dos se canse...

...Es lo que tiene ser un ser consciente...hecho de capas...

No hay comentarios: