domingo, 9 de octubre de 2011

Todas aquellas que fuí

Hoy dialogué con todas aquellas que fuí. Con la niña que tenía miedo. Con la niña que quería volar. Con la mujercilla que se asustaba. Con la mujer que sobrevivió. Con todas.

Es curioso. Para dialogar, tienes que reconocer al otro. Si no lo reconoces, si no le otorgas tu respeto, el otro no existe. Puede vivir dentro de tí, incluso, pero si no le otorgas tu respeto, no existe.

Y mientras no existe para tu conciencia, se revuelve dentro de tí. Se enrosca, a veces suavemente, otras a la fuerza. Crece. Decrece. Se encoge. Explota. Te fulmina. Se fulmina. Y tú, no te enteras.

Eso sí, condiciona tu forma de moverte. Condiciona tu forma de respirar. Condiciona tu forma de relacionarte. Contigo mismo y con los demás. Condiciona tu alma.

Eres prisionera. Y hasta que no les otorgues tu respeto, seguirás siendo prisionera. Seguirás yendo inconsciente por la vida. Creyendo que sabes mucho de tí, te encontrarás muchos días, muchas horas, muchos minutos, buscando la respuesta a algo tuyo, en un sitio completamente equivocado.

Porque todas las respuestas se encuentran en aquellas que fuiste. En aquellas que siguen viviendo dentro de tí, aunque tú ya no lo sepas. O no quieras reconocerlo. O quieras olvidarte de ellas, por alguna razón.

Siguen ahí. Y siempre seguirán ahí.

De tí depende nombrarlas. De tí depende volverte hacia ellas. De tí depende aceptarlas, y de tí depende respetarlas. Y mientras no lo hagas, únicamente serás un alma que vaga por ahí creyendo que sabe quién es, mientras se le van enroscando en la piel, en las entrañas, en el corazón...todas aquellas que todavía es...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi querida Electra:

Estoy básicamente de acuerdo con tu escrito, en el sentido de que nuestro pasado, nuestra vida anterior, explica o determina en parte o condiciona nuestra forma de ser actual. Lo queramos aceptar o no. Como también influyen decisivamente las inclinaciones y capacidades con las que nacemos, que no son, por tanto, adquiridas.

Sin embargo, yo creo que el reconocer o no el papel desempeñado por estas etapas anteriores de nuestro devenir juega poco cara a nuestra actualidad y nuestro futuro. Creo que sabemos bien cómo somos y quizás podamos hacer el ejercicio teórico de asignar a alguna etapa concreta de nuestro pasado determinadas características de nuestro yo presente, pero creo también que este afán por una suerte de vivisección anímica es, de alguna manera, estéril y poco pragmático. Desde luego, no estoy conforme con que seamos prisioneros del pasado o vayamos inconscientes por la vida.