domingo, 17 de junio de 2007

El dolor se esconde en la soledad

Ayer escuché esta frase en una adaptación a obra de teatro del cuento "Bartleby, el escribiente" de Herman Melville, y me quedé pensando. Y resulta que, en muchos casos, es cierta.

El dolor nos obliga a recogernos, a replegarnos dentro de nosotros mismos. Y a alejarnos de los demás. Necesitamos el escudo de nuestra soledad para superar el dolor, pero no un dolor cualquiera, el dolor profundo del alma, el que nace después de haber pasado por alguna experiencia traumática. Aquella que nos deja despegados del mundo, suspendidos en medio del espacio y del tiempo. Aquella que hace que no volvamos a ser los mismos y que sólo queramos estar solos.

Y entonces, nos convertimos en alguien que no es como los demás. Que no reacciona como los demás. Que parece que va a cámara lenta. Que no le afectan las cosas ni las personas. Que no le afecta el espacio ni le afecta el tiempo. Que sólo quiere estar en su burbuja, mecido por su propia alma.

Nos convertimos en seres con un reducido campo de acción, aquél que está limitado a los 5 cm de fuera de nuestro cuerpo. Y gestionar algo más allá de ese espacio se convierte en un mundo, en algo que cuesta demasiado esfuerzo, del que carecemos, ya que necesitamos de toda nuestra alma y cuerpo para contener el dolor, que surge poquito a poquito y nos llega a comer hasta el último rincón de nuestra alma.

Y entonces, cuando llega ese momento, nos recogemos y nos apretamos dentro de nosotros mismos, para contener nuestro yo y aguantar el golpe. Y no podemos atender a nada más que a eso, no sea que desaparezcamos. Y pueden pasar años, hasta que logremos compensar el dolor y podamos liberar algo de esfuerzo para volver a acercarnos al mundo, primero, y a los demás, después. Y mientras, hasta que eso llega, lo único que nos queda es...la soledad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

UN POCO RARO

Y digo esto, porque a mí me parece que vista así, la vida se queda bastante pequeña. Miradlo de esta otra manera:

La vida del Ser Humano es un ciclo como el del agua, que empieza y termina. En ese ciclo hay situaciones que se acomodan a las circunstancias. Si las circunstancias son favorables con nuestro sistema de energía, la vida es siempre amable, y siempre estaremos dispuestos a conectarnos con ese fluir mágico que nos llevará, seguro, a alguna transformación agradable.
Si las circunstancias son adversas y nuestro sistema de energía se resiente y se quiebra, aparecen los aspectos malsanos, porque el área de las emociones aprende un estado anímico que le sugiere la falta de energía, y en este estado pueden darse todo tipo de carencias y malos "rollos".
Uno de ellos es el dolor emocional. Ese dolor no nos obliga a replegarnos ni a alejarnos de los demás, simplemente, nos va replegando hacia adentro, la falta de energía. Entonces no necesitamos ningún escudo que nos proteja. Los escudos nos protegen de fuera a adentro pero, y de dentro hacia afuera, ¿quién nos protege?. ¿La soledad?. ¡Qué va! ¡Error total!.
Incluso, en algunas situaciones, la soledad es necesaria para curar el alma, para pensar en solucionar situaciones complicadas, para un sin fin de cosas que no vienen al caso, pero nunca nunca, para protegernos contra nada.

Aún pasando por una experiencia emocional y traumática, nosotros no somos seres con un reducido campo de acción. Nosotros somos Seres Humanos, y esas dos palabras suponen que tenemos un campo de energía que se aprecia perfectamente y no solo en una extensión pequeña. ¿Ustedes han oido hablar de la extensión de la energía?.
Llega a todo lo que podamos irradiar a nuestro alrededor, que es mucho si tenemos en cuenta la energía que podemos recibir y transmitir a los seres de este planeta.

Pero también hay un dicho popular que dice que "el que no tiene no puede dar" y aquí pasa lo mismo.
El que no tiene energía ni sabe como recargarla, no puede tampoco transmitirla , y su campo se va mermando, de tal manera que lo repliega y lo encoge hasta que lo anula. Y entonces, la mala soledad se adueña de su alma, de su vida y de su intelecto.

¿Por qué no se puede enfocar la vida desde el punto de la energía, y las emociones desde el punto de vista del fluir de esa energía?.

Se puede recargar energía hasta con los alimentos que comemos todos los días. ¿Han oído hablar de los alimentos alcalinos y los alimentos ácidos?. Pues entonces, ¿por qué no lo ponemos en práctica?, en vez de lamentarnos solos y tanto.
Yo garantizo que si hacen ésto, aunque no llegaremos a ser como Tarzán, ni mucho menos,tampoco aguantaríamos golpe tras golpe, como lo hacemos todos los días.
Dice una amiga que yo tengo que "Dios nos hizo para morir, pero nunca pensó que lo fuéramos a hacer tan deprisa"; claro que si lo intentamos y lo intentamos...
Ustedes mismos...
Y mientras razonan; un pensamiento.

"LA VIDA se hizo para vivir, LA SOLEDAD se hizo para curar y crecer el vivir; para curar y crecer se necesita ENERGÍA.
Si separamos VIDA SOLEDAD y ENERGÍA ¿qué nos queda?. Un "apaño" que se llama "el morir"".
Piensen y elijan...

24 Junio 2007
Rocío del Alba