viernes, 2 de noviembre de 2007

Las palabras

Las palabras son una de las herramientas más poderosas que tenemos los hombres. Nos suben al cielo y nos bajan al infierno. Nos hacen reír y nos hacen llorar. Muchas nos dejan indiferentes, pero las más valiosas para nosotros, se convierten en una verdadera arma de precisión.

Utilizamos las palabras para comunicarnos, para expresarnos y sobre todo, para abarcar el mundo en la forma en que lo entendemos. Nos hablamos a nosotros mismos y hablamos con los demás. Y hablamos según nos sentimos. Tanto interna como externamente.

De la misma forma, los demás se acercan o se alejan de nosotros con las palabras. También desde su forma de entender el mundo y desde su estado de ánimo.

Y muchas veces, es en la confrontación con otro donde nos perdemos. Porque casi nunca nos paramos a pensar en qué significarán para el otro las palabras que está empleando con nosotros. Y casi nunca, aunque el significado sea uno o varios reconocidos en nuestros diccionarios, esas palabras significan lo mismo para nosotros que para nuestros interlocutores.

Cuando alguien te habla de amor, ¿qué entiende él o ella por amor?. Cuando alguien te habla de amistad, ¿qué entiende él o ella por amistad?. Y por compromiso, por trabajo, por estudio, por optimismo, pesimismo, ...

La verdad es que nunca significan, íntimamente, lo mismo para nosotros que para los demás. Y el error en la comunicación es suponer que sí, que significan lo mismo. Y así nos llevamos ilusiones, desilusiones, berrinches, sufrimientos, alegrías,... que poco después se descubren inútiles, quedando únicamente una sensación de vacío y de no haber entendido, sin saber que, para hablar con alguien, tienes que escuchar.

Escuchar mucho más allá de sus palabras. Escuchar sus ojos, su cabeza, sus manos, la postura de su cuerpo,...y sobre todo, escuchar a tu intuición, a ese sentido que te dice, sin dudar, si puedes confiar o no en alguien, si te fías, si lo que está diciendo puede encajar en tu forma de entender el mundo, si en definitiva...es uno de los tuyos...porque, por más que queramos empeñarnos, en el mundo no somos todos iguales...y necesariamente hay que elegir...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches Electra,

Intento hilvanar una respuesta, un
comentario y solamente consigo enumerar frases, títulos, dichos...

El repartidor de palabras.
Paraules d'amor.
Una imagen mejor que mil palabras.
Cuando las palabras están de más.
Palabra de Dios.
Palabras silenciosas.
Juegos de palabras.
Lenguaje, idioma, dialecto.
Hablar, conversar, dialogar.
Rogar, pedir, gritar, suplicar.

Cuando leo una y otra vez "Las palabras", creo que en realidad hablas de "comunicación".

En líneas generales estoy de acuerdo con la exposición del tema,
aunque veo tan amplio lo que puede añadir, que intentarlo será como diluir un poco más de sal en el océano.

Extraigo la frase "arma de precisión". Creo que pertenezco a esa minoría silenciosa, diaria, de costumbres rutinarias, poco llamativas, de frases hechas, de conversaciones monótonas, divertidas, tristes, cotidianas, de saludo, de despedida, de... cada día.

Tal como entiendo lo que dices, Electra, sentimos, reímos, lloramos, vivimos, nos comunicamos de muchas maneras y mas frecuentemente con palabras. No siempre con claridad, porque no sabemos, no queremos o no debemos. Nuestro nicho ecológico no es muy amplio. Al día intercambiamos palabras con diez o quince individuos diferentes de nuestra especie y a días con ninguno.

Con la televisión, la radio, los grandes discursos, los periódicos, la publicidad... escuchamos! leemos! y estadísticamente, se
nos dirige con mas o menos habilidad hacia los objetivos diseñados por los grupos de opinión, "pools" en EEUU, que siempre citamos para bien y para mal.

La Palabra, es "arma de precisión"?. Creo que es el proyectil y nosotros el blanco, el objetivo necesario, ahora que están de moda el "autor intelectual necesario", "el autor material necesario".

Que poseemos de valioso que nos convierte en blanco? Un voto, un sí, un no, una decisión, una Palabra.

Para terminar, me gustaría añadir referente al último apartado de "Las Palabras", que cuando se asiste a cursos de técnicas de negociación y otros parecidos, se estudia al oponente, rival, cliente. Se analizan los gestos del político en televisión, en actos públicos. Los ademanes, posturas, movimientos, modulaciones de voz, ojos... Nada escapa al analista, con la finalidad última de recoger información e interpretarla a su, nuestra conveniencia.

La moraleja reside según el analista, en que cuando se reúnen los iniciados, expertos en este tipo de análisis, todos lanzan mensajes disfrazados para confundir al observador.

Delta

Anónimo dijo...

DOS FORMAS

Este trabajo tiene dos versiones:

1ª Una versión individual.
la "palabra" es un vocablo mágico. Instrumento principal de la comunicación. Con ella expresamos nuestro sentir y nuestros sentimientos. Comunicamos a los demás nuestra forma de ver y entender a sus gentes. Expresamos nuestra opinión y enseñamos a los demás a utilizar nuestro lenguaje, y aprendemos de los demás la forma correcta de utilizarlo.
Básicamente, entiendo yo que esto es la "comunicación", aparte los tecnicismos gramaticales.

Y hablando de sentimientos. ¿Ustedes se imaginan lo que sería un poeta sin la palabra?. O un novelista sin sus metáforas?. ¿O un filósofo sin palabras?. ¿o un ciéntifico, un ...un mendigo sin palabras? Un niño que nace, alguien que se imagina, un proyecto que empieza, un trabajo que termina. Una expresión de amor. Con una palabra se empieza y con otra se termina. Una palabra es tu forma de ser y tu forma de ser está en el mundo. Y si en el mundo no hubiera palabras, tu forma de ser no sería.

Y así se puede seguir filofando sobre la palabra días y días.

2ª Una versión más general.
la palabra sirve para manejar el mundo. Para preguntarnos a nosotros y preguntarles a los demás. Y ahí aparece un término que se llama "escuchar". Si no escuchamos, nunca podremos saber lo que quieren decir los demás. Y así se pueden alejar de nosotros.
Si es así, logicamente hay una falta de conexión entre sus palabras y las nuestras. Pero a mí, eso no me importa demasiado. La palabra, dicha así, no tiene por qué tener el mismo significado para todos. Cada cual es libre para entender sus palabras y las de los demás. Pero por el bien de la comunicación, debemos tener eso que se llama "educación de la palabrería". Y así se evitan los ¿errores? en la comunicación, los berrinches, los cabreos, los malos entendidos y en una palabra: La "MALA EDUCACIÓN".

Hoy voy a terminar con una cita de uno de los mejores y más grandes maestros de la palabra de todos los tiempos.
D. Miguel de Unamuno(que para mí no tiene parangón alguno con nadie)decía:

"YO, FUNDAMENTALMENTE NO SOY MÁS QUE PALABRA.
EL NO HABLAR ES MORIR.
y, FRANCAMENTE, A MORIR, NO ESTOY DISPUESTO".

Ante esto, a mí, se me acabaron las palabras.


Rocío del Alba
5 Noviembre 2007

Anónimo dijo...

Me vais a perdonar, pero aprovechando este trabajo, voy a resumir la "palabra" contandoos una pequeña historia, que lo aclara perfectamente.

UNA PEQUEÑA HISTORIA
Esta es la historia de cuatro personas llamadas:
"Todoelmundo", "Alguien", "Cualquiera" y "Nadie".

Había que hacer un trabajo sobre la PALABRA. "Todoelmundo" estaba seguro de que "Alguien" lo haría. "Cualquiera" podría haberlo hecho, pero "Nadie" lo hizo.

"Alguien" se enfadó, porque ese era un trabajo de "Todoelmundo".
Pero "Todoelmundo" pensó que "Cualquiera" lo haría y "Nadie" se dio cuenta de que "Todoelmundo" no lo había hecho.

Al final, "Todoelmundo" culpó a "Alguien" porque "Nadie" hizo lo que "Cualquiera" podría haber hecho.


MORALEJA: ¿Quién es cada cual?. ¿Quién no hizo lo que debía?.
¿Hacen ustedes la cuenta de la vieja?.


Rocío del Alba
5 Noviembre 2007