domingo, 18 de octubre de 2009

La parte de mí que se relaciona contigo

No sé en qué momento ocurrió. Pero sé que ocurrió. Ocurrió que me dividí por dentro. Por alguna razón. Irremediablemente. Una brecha profunda y oscura dividió mi yo hasta aquél momento entero. Y en lo que antes había habido unidad, desde ese momento sólo hubo un profundo abismo.

Podía percibirlo perfectamente. Era imposible negarlo. Aunque externamente no hubiera señal de ello. Mi realidad seguía siendo la misma. Mis percepciones no. Mis percepciones ahora variaban, en función de qué parte de mí tomara el control.

Pero lo que más me llamó la atención, fue, que, desde aquél momento, sólo había una parte de mí que se relacionaba contigo. La otra desaparecía, como si no existiera. Siempre. Indefectiblemente. No luchaban nunca entre sí para relacionarse contigo. Siempre tomaba el control una. La misma. Siempre.

Adónde fue el cariño que te tenía, la ternura, la sonrisa, la risa, el entusiasmo, las ganas de ser sincero, las ganas de abrazarte, las ganas de besarte, las ganas de ayudarte, la voluntad de que tuvieras éxito y todo aquello que definía mi amor por tí...simplemente desaparecieron dentro de mí. Sin dejar rastro. Engullidas por un abismo que no podía entender ni controlar.

Sólo me pasaba contigo. Con los demás, esas partes en las que me había dividido, se alternaban en un equilibrio más o menos estable. Nadie se percató de nada. Sin embargo, para tí, sólo había esa parte de mí que representaba mi oscuridad. Mi maldad. Mi miedo y mi angustia. Todo para tí y sólo para tí. Eras una privilegiada. Conociendo y relacionándote con esa parte de mí que ni siquiera quería mostrarme a mí mismo. Y tú eras la maga que obraba el milagro. La que me invocaba y la que me hacía estar presente. Torturándote y humillándote.

Hasta que no pudiste más. Y me dejaste. Y entonces, no sé muy bien cómo pasó, en qué momento ocurrió, el abismo empezó a cerrarse. Y yo volví a ser uno sólo por dentro. Igual que por fuera. Y no hubo nadie más, nunca más, con el que el abismo se hiciera presente, invocando y haciendo presente, aquella parte de mí que se relacionó contigo...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Todas las personas, llegado el momento, experimentan el abismo insalvable del desamor. Incluso de la maldad que lleva consigo ese desamor.
Dicen los entendidos que una cosa es quererte tú y otra bien distinta es querer a alguien que ni siquiera se parece a tí.
Yo no creo para nada, ni en la unidad, ni en la simbiosis de dos personas distintas, que se han ¿Juntado?,por un motivo casi sobrenatural.
Cada vez me reafirmo más en los "tratos" o en los "contratos", sean por escrito o hablados, o como quiera que fueran. Por lo menos, cuando el abismo surja y se haga girones su parte y tu parte, no aparezca la maldad. Luego, además de solo, hay que limpiarla y luchar contra ella.
Además creo firmemente que todo eso de la buena voluntad, el cariño y demás solo está presente en una parte. Por eso cuando se produce el girón, por ahí es por donde primero se rompe. Luego se puede tratar de coser, pero ya las puntadas dejan heridas, heridas que, en ocasiones, traspasaron el alma. Y lo que atraviesa una cosa transparente (como debe ser el alma), nunca se sabe por donde se puede volver a recuperar, o si en algún momento se puede llegar a hacerlo.
Por eso es mejor rescindir cuanto antes el "contrato" y volver de nuevo a la nada. Allí, en la nada, no existe el abismo, y vuelves a construir desde el principio tu morada.Una morada hecha para tí y para tu imagen, en la que y a la que solo presentas tus razones y también, las explicaciones del alma. Oyendo sus consejos, solamente para tu parte.

"Cuando la razón se junta con el sentimiento, la razón sigue pensando y ese pensar, a menudo, anula al sentimiento".

Rocío del Alba
21 Octubre 2009

Anónimo dijo...

Rocío del Alba habla aquí de razones y emociones. Voy por ahí.
Piensen ustedes que la sociedad ha cambiado mucho y las emociones no han variado ni un ápice. Lo cual induce a pensar que están un poco obsoletas. Como esta que nos ocupa.
Dicen algunos de mis "colegas" que no fue bueno nunca mezclar razones con emociones. Eso es una de las causas del fracaso.
No se piensa igual ahora (siglo XXI) que hace mil años, pero si se tienen conceptos emocionales iguales. logicamente, llegado el momento se produce un desequilibrio y las técnicas instrumentales fallan.
Por eso dice la psicología que "la emoción y la razón nunca fueron de la mano". Existe un abismo entre ellas y ahora, más que nunca, ese abismo es insalvable.
El problema también es que ahora la razón es más poderosa, y tiene más valor intrínseco que las emociones, por lo tamto:
No se valora----Se razona. Y en muchos casos...Se obedece. Esto es otro mal.


TAHI
25 Octubre 2009

Anónimo dijo...

Por algún lugar leí la palabra "desequilibrios". En nuestra vida existen a diario, pero para Dios los desequilibrios no existen.
Si Dios estuviera presente en estas "peleas". ¿Cómo creerían ustedes que lo resolvería?. Pues así, pero con otros tintes, lo deberíamos resolver nosotros.

Soy SEAM....
29 Octubre 2009

Anónimo dijo...

Buena pregunta.....
Quien dice Dios, dice..........

Susi.
30 Octubre 2009

Anónimo dijo...

Todo el mundo pregunta, pero nadie da una respuesta concreta.
Y digo yo, Electra. Lo resolvería Dios ajustando la razón al sentir del Universo, o lo haría empleando sutilezas más sobrenaturales???.
Y ahora que lo leo, tampoco es que se entienda mucho lo que acabo de decir, pero es lo único que se me ocurre.

Rocío del Alba
2 Noviembre 2009

Unknown dijo...

Bueno Rocio, tal vez no se te entienda, pero has sido capaz de despertar una sonrisa.

En cuanto al tema en cuestión, es curioso pero real que la perdida del amor nos despierta sentimientos totalmente adversos. Pero eso solo ocurre cuando el amor ha sido correspondido. En mi ha residido la experiencia de estar profundamente enamorado y no ser correspondido, y que ese amor haya derivado en una profunda amistad. Que hermosa es la amistad. Pero en cambio, cuando el amor es correspondido y finalmente se pierde, la perdida para aquel que no quería perderlo se convierte en odio, y para aquel que quería perderlo se convierte en indiferencia. ¿por qué es así? Lo primero lo puedo llegar a entender, ya que el amor es algo tan intenso cuando lo sientes (y a la vez tan hermoso) que su perdida produce un dolor tan grande en el alma que no se comprende. Cuando la perdida es involuntaria por la otra persona es solo un dolor desgarrador; cuando la perdida es voluntaria y provocado por la persona amada, la culpamos de ese dolor y, todo lo que nos duele lo odiamos. Cuanto más hemos amado más fuerte es el dolor, y, por lo tanto, mas fuerte el odio.
Y ahora que escribo, me viene a la mente que tal vez, empiezo a entender lo segundo. Pudiera ser que inconscientemente sepamos el dolor que haremos a la otra persona. Como no sabemos luchar contra este dolor, que tal vez no queremos producir, solo se nos ocurre la indiferencia como solución menos dañina.
Tal vez la realidad sea así, o tal vez no. En cualquier caso, aprendamos a aceptarlo.