domingo, 11 de octubre de 2009

Todos aquellos que fui

De vez en cuando, cuando menos te los esperas, uno de aquellos que fuiste, toma el relevo. Se apropia de ti y se relaciona con los demás como aquél que fuiste. El que eres, de repente, está prisionero. Prisionero de uno de aquellos que fuiste.

Me pasa de vez en cuando. A veces se apropia de mí aquél que fui hace un año. El que se quedó colgado del hueco de la angustia. Y ése se apoya en aquél otro que fui hace dos años. El que quedó huérfano de compañía. Y ése, a su vez,nace y se apoya de aquél que lloraba por amor. Y así, la cadena sigue y sigue. En un ciclo sin fin. Hasta llegar al primero. Al primero al que se le quebró la voz. Al primero al que el llanto le asfixiaba la garganta y el corazón. El primero que relegué para seguir viviendo.

Y dependiendo de la circunstancia, de repente emerge uno u otro. Tomando el control y el protagonismo. El control y el protagonismo que un día le fueron arrebatados. Y yo me debato prisionero. Sin saber cómo manejar la situación. Sin saber qué hacer para que aquellos que fui no sigan siendo. Para ser yo siempre. Para ser yo siempre aquellos que seré en el futuro. Más seguros. Más fuertes. Más precisos en la defensa. Más sólidos frente a la angustia. Más insensibles al dolor.

Y me debato entonces en la duda y en la angustia. Lucho ferozmente para salir de ahí. Y mientras lucho, algo de mí se muere. Porque nunca cesa la angustia. Porque nunca cesa el dolor. Y a mí se me acaban las fuerzas, indefenso ante el azar, ante todos aquellos que fui...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es extraño como en la vida cada cierto tiempo te envuelve una espiral en la que crees que estás en el mismo lugar que años atrás, o porque te vuelves a encontrar con las mismas personas y tienes miedo de volver a sentir el mismo dolor o porque tienes la sensación de déjà vu, y crees que volverás a pasar por lo mismo. O bien te soprendes cometiendo lo que crees ser el mismo error y en consecuencia la angustia se apodera de tí pensando que el sufrimiento y su intensidad serán los mismos. Pero el tiempo ha pasado y lo que parecía ser identico es sutilmente diferente. Tal vez porque aunque sigas siendo tú ya no eres el mismo tú.
Es el miedo ancestral, el reptiliano el que te hace vivir, revivir esta angustia irrefrenable, hasta que de pronto te das cuenta que la cura mágica, ese cataplasma casero que te habías puesto es más eficaz de lo que te creías. Pero no controlas el miedo, el terror de pensar que puedes volver a pasar por lo mismo. Lo malo es que el miedo nos hace tener unos reflejos fuera de lugar en los nuevos entornos. Nos juega unas malas pasadas tremendas. El miedo es parte del descontrol absoluto. ¿será por eso que nos desagrada tanto? Debería ser como para el resto de los animales nuestro salvo conducto hacia la protección, la supervivencia... y para nosotros los seres humanos no lo es.
Sin embargo maduramos más de lo que pensamos. Y por qué ¿si he vivido la superación de tantas etapas no soy capaz de confiar en mí? ¿de darme cuenta que todo el trabajo que he hecho sobre mí sí ha servido? ¿por qué no consigo confíar más en mí? ¿de darme cuenta de que ha pasado el tiempo, y que ni las cosas son iguales, ni yo ya soy la misma? ¿qué me falta para tomar posesión plena de mí y de mis "yos" anteriores y asumir que he crecido, que he comprendido, que he aceptado, que he vencido, y de que soy muy superior y más fuerte de lo que pienso, en el fondo, de lo que sé que soy?
Lo sé, y sin embargo no consigo controlar esa sensación vertiginosa de miedo.
Pero tú al menos sientes y padeces. Estás viva.
Renace el agotamiento y sí mueren cosas, la que ya definitivamente son del pasado, y no del futuro, algo que ya no sirve, por mucho que tuviera su valor y razón de ser en el pasado. ¿Será el inicio del renacer? ¿aunque aún no sea consciente?
Gracias por volver, se te echaba de menos...
msv