domingo, 24 de enero de 2010

Amando

Un día, sin previo aviso, me descubrí amando. Un corazón de hielo, como era yo, de repente, estaba amando. Estaba confuso. No sabía qué había pasado. Repasé mentalmente todos los días previos y no descubrí nada. No había, aparentemente, una razón por la cual, mi corazón de hielo había comenzado a amar.

La sensación era curiosa. Donde antes sólo había frío, ahora había mil y una sensaciones. Todas diferentes. Todas desconocidas para mí. Estaba confuso. Y al mismo tiempo, estaba ilusionado.

El mundo, de repente, había dejado de ser un lugar inhóspito y cruel. De repente, cada color tenía mil sutilezas que podían apreciarse. Cada olor, tenía mil matices desconocidos que había que experimentar. Cada aspecto negativo tenía su contrapartida. Y esa contrapartida era mil veces mejor que aquello que era negativo.

El mundo se convirtió en un lugar bello y confortable. Y mi corazón de hielo se derritió.

Busqué y su busqué al supuesto objeto de mi amor. A aquél que me había hecho cambiar. Pero, por más que busqué, no pude encontrarlo. No había nadie del que pudiera decir que era el objeto de mi amor...y sin embargo...yo, yo estaba amando...

Y desde aquella nueva perspectiva, enfrenté la realidad de una manera diferente. No sabía muy bien qué me había llevado a mi corazón helado y tampoco sabía muy bien qué me había llevado a dejar de tenerlo. Pero...dejé de preguntarme, dejé de reflexionar, acepté y me entregué...amando...

2 comentarios:

Aitor dijo...

Me ha gustado mucho. Lo asocio a lo que todos seguramente ya sepamos... que el amor está dentro de nosotros y no nos viene de fuera. Aunque a mí particularmente me cueste tanto aceptarlo... siempre buscando fuera.

Anónimo dijo...

El amor es uno de los sentimientos que está impreso en el área de las emociones cuando nacemos, y que luego, quieras que no, vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida.
Primero de una forma sutil e inocente nos manda elegir entre las personas que tenemos más cerca, y a medida que nuestra vida avanza, también avanza y crece el amor y se va extendiendo a otros círculos; pero a círculos que nosotros frecuentamos o en los que nos hemos movido alguna vez.
El amor, esté donde esté, tiene que hacer notoria su presencia. Debe llamar la atención sobre las personas con las que se tiene que acoplar. Son una especie de ondas procedentes de unas reacciones químicas que se producen en el ambiente, encaminadas a buscar su alma gemela. Otra cosa bien distinta es que la encuentre.
Si el amor encuentra su alma gemela, se producen todas las manifestaciones que La Naturaleza tiene preparadas para tal evento. Uno de los acontecimientos más importantes del planeta.
Se produce la simbiosis de un amor físico con un amor espiritual que siempre encuentra su punto álgido en el pensamiento y sentimiento de las demás personas, y sobre todo en el de esa que encontró y catalogó como su alma gemela.
En el caso de que el amor tropiece y se pierda en la niebla, pueden ocurrir dos cosas:
1ª Que se encuentre con otro amor perdido como él, y el acoplamiento se produzca. Ese acoplamiento puede durar hasta toda una vida, pero desarrollándose en un completo infierno.
Si se rompe el acoplamiento, el ciclo vuelve a empezar. Entonces hay que preocuparse más, de que lo que se encuentra, sea tu alma gemela.
2ª Puede quedar perdido en la espesura y entonces fue un amor valdío que se desarrolló hasta ese momento, pero que no completó su estado de evolución, y por lo tanto tampoco sirvió para ayudar al mundo y a sus gentes.
Es un sentimiento estéril que al final no completó su misión, esa para la que fue enviado a La Tierra.

"Si el amor se pudiera contar, igual que se cuentan las perlas, nadie lo dejaría perderse. Brillaría aunque fuera entre la más espesa niebla".
Pero el amor no tiene perlas, solo es una emoción. Y la emoción ni se ve, ni se cuenta. ¡Esa es la pena!.

Rocío del Alba
25 Enero 2010