domingo, 14 de febrero de 2010

Razón de peso

Nunca tuve una razón de peso para reír. Sí las tuve para llorar. Curioso. Escribo estas dos frases, y entonces me pregunto, de repente, si es necesario tener una razón. Más. Si es necesario tener una razón de peso. Para llorar, para reír...o para vivir...

...y me he quedado aquí enganchada a esa pregunta, que da vueltas y vueltas dentro de mí misma, sin salir. Se ha quedado ahí, prisionera. Algunas veces la siento en el estómago. Otras veces la siento en la garganta. Y otras...la siento en la cabeza, me pasa por los ojos y a veces, quiere salir por la boca.

Pero hay algo que al final se lo impide. Algo que no le deja salir. La quiere prisionera. Y yo quisiera que salga, porque me empieza a asfixiar la garganta, que se cierra y se cierra, bajo las órdenes de alguna parte de mí misma, que desconozco.

Curioso. Porque entonces, cuando mi garganta me asfixia, empiezo a sentir que no sólo está prisionera esa pregunta. Hay muchos otros prisioneros. Muchas preguntas y muchas respuestas. Y muchas cosas que quisiera contar y que, sin embargo, yacen prisioneros de mí misma. Sin yo querer. Sin haber sido consciente de que quería hacer prisioneros. ¿Para qué, para qué alguna parte de mí misma, en algún rincón remoto escondido, maneja los hilos que hacen prisioneros?.

Y ahora que tomo conciencia de mis prisioneros, ¿qué hacer?. ¿Es bueno que los libere?. ¿Es mejor que queden dentro?. ¿Dónde busco aquella parte de mí que hace prisioneros?. ¿Qué hago cuando la encuentre?. Si existe, será por alguna razón...

...¿y será esa razón, una razón de peso?...

3 comentarios:

Lía dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Decía John Lenon:
"la vida es lo que está sucediendo mientras tú haces otros planes".
Entonces la vida no es una cuestión de razones, es una cuestión de situaciones.
En muchas cuestiones, la razón es la que más culpa tiene de las desgracias personales. Habeis oído decir muchas veces aquello de:
"Si parecía lógico y razonable... ¿Cómo pasó?...".
Pues por eso precisamente, porque era demasiado lógico y razonable. Dicen los psicólogos que la razón tiene sus vías y esas vías casi nunca van de acuerdo con el pensamiento, entonces hay que saber elegir, o habrá que saber acoplar la razón al pensamiento, o al revés. Y esto Sres. creo que es bastante difícil. Por lo menos a mí, casi nunca me ha salido bien.
Si esta relación no está bien acoplada, se produce un desequilibrio, y como en toda desavenencia acaba pagando la parte más débil, que normalmente es el pensamiento. Así luego la razón te da vueltas en la cabeza y te recorre el organismo, de pareja con la tristeza que es su mayor aliada. Entre las dos producen la mayor parte de los bloqueos emocionales que luego cuesta mucho esfuerzo deshacerlos.
Esto si las preguntas sin respuestas y el desequilibrio entre la razón y el pensamiento no son algún aporte que nos han "regalado,y que no tiene nada que ver con las emociones que puedan convivir mejor o peor en nuestro cerebro.
Si es algún aporte, la cosa es más complicada de arreglar, pero sinceramente creo que también tiene arreglo.

"La razón y el pensamiento nunca fueron de la mano. la razón sigue el camino recto. El pensamiento, a menudo, se cuela por entre caminos, que para la razón, son extraños".

Rocío del Alba
19 Febrero 2010

Yo, pero podría ser cualquier otro dijo...

¿Es bueno que los libere?
Sí, pero sepa que se ha de pagar un rescate.

¿Es mejor que queden dentro?
No. El principio entrópico lo desaconseja.

¿Dónde busco aquella parte de mí que hace prisioneros?
Empiece por el espejo, pero una vez se haya visto, recorra las partes de su cuerpo con sus manos.

¿Qué hago cuando la encuentre?
Alégrese de verla y sea amable con ella.

Si existe, será por alguna razón...
Nada existe en vano.

Y recuerde: "Nada vale la vida en que no hay llanto".