domingo, 9 de mayo de 2010

Eternidad

La Reina de las Nieves volvió. Volvió y esta vez con más fuerza. Me abrazó y en su abrazo, congelada me quedé. El corazón se me heló y y mi mirada quedó sin brillo. Y yo quedé sin voz.

Y así, congelada, me raptó a su castillo, castigada a escribir la palabra "eternidad". Y cada letra de esa palabra se me atragantaba en la garganta y se me pegaba en los dedos, sin querer despegarse de mí y pasar a formar parte de otra realidad que no fuera yo.

Y yo luchaba y luchaba para que esas letras salieran de mí y formaran otra realidad. Otra realidad en la que mi corazón dejara de estar congelado. Otra realidad en la que la "eternidad" no existiera.

Porque las palabras parecen simples, inocuas. Pero no lo son. Configuran la realidad. Nuestra propia realidad y la realidad de fuera. Y una sola palabra basta para configurar un mundo.

Y a mí, la palabra eternidad, impuesta, me oprimía y me asfixiaba, pegándose a mi cuerpo y a mi alma, sin dejarme un solo resquicio para la lucha...y para el crecimiento...para la libertad, para el amor...y para el deseo...

...y desde entonces, aquí estoy, inmovilizada en la eternidad...por toda la eternidad...

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