martes, 9 de noviembre de 2010

Lo extraordinario

Hay personas que, por sus circunstancias, viven lo extraordinario. A veces, durante largo tiempo. Y después, acostumbradas a lo extraordinario, no saben desenvolverse en la normalidad.

Una normalidad a la que consideran rutinaria, aburrida y vulgar. Una normalidad que no les hace sentir. Que no les hace ser. Que les hace sentirse inapropiados, inadaptados y vulnerables.

Y entonces, se dedican a buscar, desesperadamente, lo extraordinario. Todo aquello que les lleve a la marejada emocional, a la intensidad, a la lucha por la supervivencia, a sentirse vivos en lugar de muertos.

A veces, ese buscar es consciente, otras veces es inconsciente. Pero, siempre, es de forma desesperada.

Y desprecian la vida normal de todos los días. El estar en una rutina previsible y cómoda. El ser alguien normal. Porque ellos no son normales. Ellos son extraordinarios. Especiales. Exquisitos. Aunque esa exquisitez consista en estar al borde de la muerte.

Porque lo importa no es estar al borde de la muerte. Lo que importa es ser capaz de superar la circunstancia. Es ser capaz de haber sobrevivido. Es eso lo que les hace especiales. Lo que les hace diferentes. Lo que les da valor como personas.

Probarse en lo extraordinario, en el límite más límite, y volver para contarlo. Sobre todo, a sí mismos. Y quizá, después, en alguna ocasión, a los demás.

Y cuando se sienten de capa caída, buscan en sus recuerdos, en su imaginación, aquellos momentos donde casi volaron, donde casi murieron, donde casi fueron divinos, para recuperar su valía, su esencia de seres especiales.

Vulnerables y sensibles, nunca admitirán que ponen en riesgo su vida. Sólo dirán, con timidez, que fueron capaces de superarlo.

Mira quién soy, alguien que ha sobrevivido. Alguien con una historia extraordinaria, que, en lugar, de destruirme, me ha hecho más fuerte...

...esa es la cara y la cruz...de lo extraordinario...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo ordinario.

No puedo evitar revolverme y reflexionar sobre lo leído. Pues me siento azuzado y provocado por las ideas expuestas, que envidio y a la vez rechazo...

¿Qué es lo ordinario? Debería saberlo, pues siempre me he movido fuera de lo extraordinario. O mejor dicho, siempre me he amoldado a ese otro mundo que no es el extraordinario. Soy un ordinario.

Orden. Es lo primero que me viene a la cabeza. Es el orden en el que me he sentido cómodo, y me ha servido de refugio. En el que me he aletargado, hasta andar muriendo en vida. Y al que he vuelto tras los vértigos que sentí cuando, inadvertidamente, o fruto de mi ignorancia, asomé la nariz al país de los límites rotos, habitado por gente extraordinaria que enseguida me veía como un intruso.

Pero me atrae lo extraordinario. Ese salir de la norma, de lo establecido, lo veo con envidia, lo anhelo y ansío aunque no lo haga mío. Empieza a ser asfixiante esta tibieza tan segura de lo ordinario. Deseo volver a franquear la puerta de este mundo tan predecible y zambullirme en el otro.

Sin embargo, tras mi viaje no quemaré mis naves. El puerto acogedor en el que he crecido, no quiero cubrirlo de sal. Porque creo que si me instalo definitivamente en cualquier de los mundos echaré de menos el otro, o el anterior, o aquel que ya apenas recuerdo.

Y es que... ¿Qué diferencia al extraordinario del ordinario cuando no sabe vivir en un mundo que no es el suyo? ¿Se trata de no echar raíces? ¿O de saber moverse de uno a otro lugar llevando consigo el mundo al cual verdaderamente pertenecemos? Ese mundo cuyo único habitante soy yo, que llevo tiempo explorando y empiezo a conocer, y del que no puedo ni quiero desprenderme, con sus infinitos hemisferios y contradicciones. Un planeta errante por encima de lo ordinario y lo extraordinario.

A.

Unknown dijo...

Yo creo que no hay diferencias entre el ordinario y el extraordinario. Y las hay todas.

No hay diferencias en el sentido de que cada uno de nosotros vivimos en nuestro propio mundo, del que no podemos escapar.

Y existen todas las diferencias, porque nuestro propio mundo es nuestra propia creación. A través de nuestra mirada. La que nos han enseñado. La que hemos entrenado. La que hemos podido tener.

Y lo bueno es que, todos somos extraordinario, u ordinarios, o lo que sea una infinita mezcla intermedia entre lo uno y lo otro.

Y que si profundizamos en las exploraciones de nuestro mundo, descubriremos lo ordinario dentro de lo extraordinario, y lo extraordinario dentro de lo ordinario...

Me encanta el escrito que has hecho. Muchas gracias!