domingo, 26 de diciembre de 2010

La tejedora de sueños

La realidad es cambiante y misteriosa, hecha de sueños. La realidad es algo que yo fabrico, que yo tejo con mi imaginación. Con mis manos, con mi corazón, con mi alma, con mi estómago, con mi intuición. La realidad es lo que yo quiero que sea. Para eso soy la tejedora de sueños.

Sí, pensaréis que estoy loca. Pero, no, no lo estoy. Soy diferente de vosotros. Soy única y especial. Soy la tejedora de sueños.

Por el día, capto el alma de los otros, capto sus sueños prisioneros de sus vidas, y los recojo en mis alforjas infinitas. Y por la noche, me siento en mi guarida, vacío mis alforjas, y despliego esos sueños prisioneros.

Empiezan a revolotear por mi espacio, se intentan esconder en los huecos, pero al final, cuando ven que no hay peligro, deciden flotar libremente.

Y entonces, suavemente, mis manos se acercan a ellos, se posan, se van, juegan, giran, revolotean...y al final, me susurran al oído, todo aquello que quisieron susurrarle a aquél al que pertenecían.

Y yo escucho. Escucho y escucho, mientras ellos cabalgan sobre mis hombros. Y cuando he terminado de escuchar, entonces empiezo a tejer.

Tejo lo que escuché. Tejo lo que me impresionó. Tejo lo que me susurraron. El dolor de los sueños. El dolor de sus dueños. Mi propio dolor. En un tapiz inmenso. Un tapiz que ocupa la totalidad de mi guarida.

Y ese tapiz es hermoso. Es bello. Indescriptiblemente bello. Porque mientras tejo, el dolor trasciende. El dolor se transforma.

Tejer es el acto de convertir el dolor en belleza. Tejer es la forma de soportar el dolor del mundo y el mío propio. Y ésa es mi función en este mundo.

Tejer para evitar que el mundo se colapse de dolor. Tejer para que el mundo tenga, aún, una oportunidad de vivir. Aunque sea a medias. Aunque sea herido. Pero vivo.

En esta labor he empleado toda mi vida. Pero empiezo a estar cansada. Empiezo a no poder con el peso de tanto dolor. Y necesito ayuda. Necesito alivio. Necesito alguien que quiera tejer los sueños conmigo. Necesito alguien que crea que, es mejor vivir herido, a no vivir.

Necesito alguien que quiera escuchar. Necesito alguien que quiera olvidar su vida para tejer la de los demás. Necesito sensibilidad y compasión. Necesito templanza. Necesito coraje.

Y, sobre todo...necesito...sueños...

4 comentarios:

Esperanza Castro dijo...

Oliva-Electra, muy bonitos tus textos. Dicen mucho de tí.
Sigue, que ahora ya no te pierdo.

Un besazo (¡¡¡nos vemos pronto!!!)

Unknown dijo...

Muchas gracias, Tati!
Sigue tú también y nos vemos muy pronto!!!!

Anónimo dijo...

Tejedora, trascender el dolor volviéndolo bello es un trabajo agotador. Habrás salvado el mundo demasiadas veces tejiéndolo, destejiéndolo, y volviéndolo a tejer, pero nunca dejará de haber hilo para tamaño tapiz. Entiendo tu agotamiento, ante el que muchos se habrían rendido hace mucho.

No negaré yo el dolor, su presencia constante y ubicua. No. ¿Cómo podría? Sería como ir ciego y sordo por la vida, y aún así no podría dejar de ser captado. Pero, entre los susurros de los sueños que captas, ¿no se te deslizan entre los oídos, sin llegar a ser escuchados, aquellos que no emergen del dolor? Porque hay más, y al lado del dolor, un instante antes o después, está la otra cara de la vida.

Tejedora, no estás sola, el mundo al que has cuidado con tu tejido no ha podido dejar de percibir tu acción y te estará siempre profundamente agradecido. Y te ofrece más sueños, ese otro tipo de sueños que no tratan de dolor. Sí, es mejor vivir herido a estar muerto, y por eso el mundo sigue adelante. Y te lo susurra...

Escucha... sí, ahí... no, ese no, detrás... es un suave murmullo, apaciguador... ¿lo escuchas ahora?... Es distinto, ¿verdad?... Y hermoso, por sí solo... Puedes hacerlo tuyo, sí... el mundo te lo brinda, porque aunque herido está vivo... tómalo... ¿no?... puedes tomarlo... Igual es tuyo... un pedazo de sueño tuyo que olvidaste... préstale atención...

A.

(¡Feliz año nuevo!)

Unknown dijo...

Hay muchas más cosas aparte del dolor, pero el dolor es lo más antagónico a la belleza, y sin embargo, la contiene.

Muchas veces huimos del dolor, nos negamos la experiencia, creyendo que así, no sufriremos, y sin embargo, lo que estamos haciendo es, precisamente, inflingirnos sufrimiento, aunque éste sea inconsciente...y nos negamos a nosotros mismos, la capacidad de crecimiento, experiencia y belleza que contiene el dolor...

Cada uno debe encontrar su propio hilo y su forma de hilar...porque, a pesar de que siempre hay otras cosas, siempre está presente el dolor...

Me gusta mucho tu escrito, A. Muchas gracias,

Ps.- Feliz año!!!!